La foto de Oltra en la mañana del 19 de julio de 1936, antes de que los militares tomaran la ciudad. (Fototeca DPH)
Ese mismo día comenzaron los registros por las casas españolas en busca de armas o de rojos escondidos
La muerte empezó a sembrar las calles, estas escenas se repetirían durante muchos años
Por Manuel BENITO
Uno siempre se preguntaba cómo se vivió aquel día en esta ciudad, qué hizo la gente, cómo se desarrollaron los acontecimientos. Gracias al archivo fotográfico de Pedro Moliner -donde pudimos identificar bastantes fotos, algunas entrevistas y un año de trabajo, hemos conseguido recabar, ya, cerca de 5.000 imágenes, varias publicaciones, diarios, cartas y documentos inéditos -gracias también a Pedro González.
Es curioso que, por lo general, la lectura de los hechos premonitorios y bélicos de nuestra Guerra, explicados por uno y otro bando, no resulta antagónica sino complementaria, una vez obviada la pátina ideológica. En lo premonitorio hay que remontarse años atrás: tras la llegada de la República y la eclosión de alegría popular pensando que las cosas iban a cambiar, llegó más de lo mismo: control férreo del nuevo sistema por la derecha (terratenientes, banca y principales industriales españoles). Los obreros, explotados y asqueados de promesas incumplidas, y al grito de más vale morir de pie que vivir de rodillas lanzaron la revolución de Asturias en el 32. La C.N.T., por su parte, intentó implantar, mediante pronunciamientos populares y puntuales en cada pueblo y ciudad, el comunismo libertario. Sellándose todo intento con varios muertos y un rotundo fracaso.
Los partidos de izquierda y las organizaciones sindicales deciden ponerse de acuerdo y utilizar la vía electoral para alcanzar el poder: forman el Frente Popular. Las elecciones son el domingo 16 de febrero de 1936, la participación obrera, el ambiente festivo que se vive en la calle deja entrever la victoria, que se confirma al día siguiente. Sin embargo, una parte del ejército compuesta por africanistas, falangistas, requetés y derechistas en general, no está dispuesta a admitir el triunfo rotundo de la Izquierda y salen a la calle con el fin de instaurar el Estado de Guerra.
Este episodio es muy poco conocido y nada valorado, de allí que aún se dé mucha importancia al hecho de que Cabanellas no estuviera con la República el 18 de julio. El barbado general ya dio pruebas irrefutables de con quien estaba, y estaría, aquél 18 de febrero.
En Huesca (1) estos hechos se produjeron el día 17 a las 14,30 de la tarde. El capitán Adrados (2) salió del cuartel de la Estación con una columna proclamando dicho Estado de Guerra, y dando aviso mediante escrito a todos los estamentos civiles incluida la prensa que quedaba censurada. Firmaba el general comandante militar Mariano Gamir (3).
La columna tropezó en los Porches con varios oscenses que estaban celebrando el triunfo electoral y se produjeron momentos de mucha confusión con escenas de pánico, afortunadamente las cosas no llegaron a mayores. El pueblo plantó cara y los golpistas se retiraron. Dos horas después otra columna al mando de un teniente, fue por la ciudad declarando la vuelta al orden constitucional, seguida y jaleada por una gran cantidad de oscenses que se congregaron frente al Gobierno Civil para exigir explicaciones. La sede de esa institución estaba entonces en el caserón de Los Oña, actual oficina principal de Ibercaja.
El gobernador civil, Fernández Carril, no tardó en salir a los balcones para pedir paz y orden a los manifestantes, al tiempo que les daba toda clase de garantías asegurando que el resultado de las urnas se cumpliría. La manifestación se disolvió sin mayor novedad.
Sobre el incidente y la predisposición golpista de la guarnición militar de Huesca no hay ninguna duda, tanto el Historial del cerco sufrido durante el glorioso alzamiento nacional por la dos veces Heroica, Leal e Invicta Ciudad de Huesca. Regimiento de Infantería Valladolid nº 20, Huesca, manuscrito inédito, como las memorias de Antonio Algarra Ráfegas, El asedio de Huesca, Talleres Editoriales El Noticiero, Zaragoza, 1941, no ofrecen dudas.
En el primer manuscrito se habla expresamente del hecho y reconoce que la actitud de la población al declarar el Estado de Guerra (el que duró escasamente una hora) el día 17 de febrero, era francamente amenazadora y hubiera acarreado consecuencias y manifestaciones desagradables al igual que en Zaragoza y otras poblaciones. Se queja de que la tropa que componía el Regimiento venía de las fábricas catalanas, por lo que era de suponer su adscripción política. Esta fuerte presencia de soldados venidos de Cataluña volverá a dar problemas el 18 de julio, como veremos.
1 Diario de Huesca del 18 de febrero de 1936.
2 Su fidelidad sería recompensada con el nombramiento de secretario del Gobierno Civil, el 19 de julio.
3 Desconocemos el suceso en toda su magnitud. Por un lado hay un sargento de los Guardias de Asalto -militante o simpatizante de Falange- que es trasladado por su implicación en los sucesos y que luego volverá a Huesca para neutralizar al teniente Riera. Por otro, este mismo general Gámir se significó en Valencia a favor de la República durante el golpe.
Las siguientes fotografías son copiadas del archivo de CNT
Ascaso visitando una compañía de voluntarios Italianos Huesca 1936
Comandante Carlo Rosselli. Huesca
Lineas de trincheras (cerca de la carretera a Huesca
Militantes del POUM tirando contra un avión. Huesca
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