La sublevación. Julio-septiembre
1936
Perdiguera se sumó al bando de
los insurgentes, pero en localidades como Alcubierre, Lanaja, Sariñena, Grañén
o Tardienta, a la situación inicial de desconcierto siguió una posición de
lealtad al Gobierno de la República, bien por la presión de los comités
locales, como es el caso de Tardienta o Grañén, bien por la llegada de milicias
a los pueblos. Así ocurrió en Leciñena, incorporada inicialmente al bando
golpista, fue recuperada por los milicianos del POUM el 7 de agosto de 1936. En
Sariñena, capital de la comarca monegrina, sólo el capitán del puesto se sumó
al golpe y por ello debió huir de la localidad, tampoco los guardias de
Castejón de Monegros se sublevaron. Bujaraloz fue tomada por la columna Durruti
estableciendo allí el cuartel general de la unidad.
Caída de Leciñena y avance en la Sierra de Alcubierre
El 4 de octubre de 1936 tropas
franquistas al mando del teniente coronel Gustavo Urrutia, salen de Zaragoza en
dirección al puerto de Alcubierre. Atacaron antes Osera y Villafranca de Ebro,
llegando a Farlete, de donde fueron rechazadas, cuatro días más tarde. El día
12 se reprodujo el combate, en esta ocasión contra las posiciones que el POUM
tenía establecidas en Leciñena, logrando tomar la población y haciendo
retroceder a las milicias casi hasta Alcubierre, siendo detenido el avance en
las coronas de la Sierra de Alcubierre, donde quedó establecido el frente hasta
la caída de Aragón. La población de Leciñena abandonó la localidad en medio de
un tremendo aguacero, ante el temor a las tropas de la Mehal-la de Tetuán que
formaban con los franquistas y también por las represalias que pudieran
adoptarse tras la prolongada presencia republicana en el pueblo. En Robres,
Alcubierre, Lanaja o Sariñena encontraron refugio durante el resto de la
contienda.
El 19 de este mismo mes los
sublevados tomaron la estratégica posición de Santa Quiteria, en Tardienta, el
punto situado más al norte de la Sierra de Alcubierre. El ataque costó muchas
vidas a ambos bandos. Los republicanos no volverían a recuperar el territorio
perdido.
La batalla de Aragón
El fin de la batalla de Teruel
supone el comienzo de la gran ofensiva sobre todo el territorio aragonés y la
antesala de la batalla del Ebro.
Precedidos de intensos bombardeos
aéreos, el Cuerpo de Ejército de Navarra, al norte, mandado por el general
Solchaga, el Cuerpo de Ejército de Aragón, en el centro, bajo el mando del
general Moscardó y el Cuerpo de Ejército Marroquí, dirigido por el general
Yagüe, iniciaron el 8 de marzo de 2008 un imparable ataque en el frente
aragonés, concentrado en el territorio de Monegros contra las divisiones 43,
31, 32 y 26 republicanas, establecidas al norte del Ebro. Paulatinamente fueron
cayendo a partir del 23 de marzo todas las poblaciones al sur de Huesca, que
quedó liberada del cerco: Vicién, Tabernas de Isuela, Sangarrén, Barbués,
Torres de Barbués, Callén, Almuniente, Robres, Poleñino, Lanaja, Sariñena… El
26 de marzo las tropas franquistas tomaron Bujaraloz y Candasnos, llegando al
día siguiente al eje del Cinca en dirección a Cataluña.
Los prisioneros se contaban por
centenares, así como los evacuados. Igualmente se produjeron abundantes
víctimas como consecuencia de las bombas de la Legión Cóndor que apoyaron el
avance fascista. Localidades como Sariñena, una de las más castigadas,
sufrieron importantes desperfectos en su trama urbana, pero de lo que nunca se
pudieron recuperar fue de la sangría humana de caídos en el frente, exiliados y
represaliados por el nuevo régimen que se imponía a sangre y fuego en los
territorios conquistados.
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